La espera acontecida

El mar arrebató la madrugada

con su indolente aliento de salmuera.

Hoy no es ayer, ayer no es lo que era;

se muere aquella ondina atormentada

en el ansia mortal de una quimera.

Mañana es hoy, y hoy es la espera

del abrazo mortal de las espinas

del rastro del amor, sólo hay estelas

vagas: fantasmas de neblina.

Pero de pronto un beso-primavera

un hoyo en las mejillas,

una luz de sonrisa,

devuelven la esperanza volandera

poniéndole sordina

al canto de sirenas

que habla de soledad agradecida.

Y vives con el corazón en vela

sintiéndote vencida

por la felicidad perecedera.

Y sudas en sus brazos trementina

te duermes escuchando si palpita

y le sueñas despierta, aunque no quieras.

Y le piensas dormida, mientras sueñas.

Siempre hay redes que pescan voluntades

de piedra

siempre hay amores

que te devuelven la ilusión primera.